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Octubre 2007 - Vol. 1 (2)
ISSN 1995-1078
 
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Reconceptualizando la biodiversidad en América Latina: Una propuesta biocultural y territorial con visión de futuro

Francisco Vásquez Rodríguez

Holon Lab Laboratorio Territorio, Ambiente y Sociedad (TAS) Chile
Reconceptualizando la biodiversidad en América Latina [Francisco Vásquez]


* Francisco Vásquez Rodríguez, Ingeniero en Recursos Naturales de la Universidad de Chile. Actualmente se desempeña como investigador y consultor en la organización Holon Lab (Chile), en temas como la gobernanza de la innovación para la sostenibilidad, construcción social de futuro en el territorio, desarrollo regional- territorial y gestión adaptativa compleja para el cambio global. Paralelamente se desempeña como investigador independiente en Pensamiento Ambiental Complejo, filosofía ambiental latinoamericana y diversidad biocultural.

fvasquez@holon.cl

Resumen

Este artículo, plantea una innovadora forma para abordar a la biodiversidad, entendiéndola como una conceptualización humana de complejas relaciones que superan las preocupaciones científicas sobre el tema, convirtiéndose en la construcción de un discurso que transforma, articula y soporta una nueva configuración entre naturaleza y sociedad.

Se plantea que para abordar el fenómeno ambiental de la biodiversidad desde esferas relacionales, cognitivas, filosóficas, sociales e interdisciplinares; es fundamental asumir que no puede hacerse sólo desde unas cuantas ventanas disciplinares, sino que a través de una construcción social aglomeradora de múltiples saberes y perspectivas sobre el tema. Se hace una invitación a reflexionar sobre la necesidad de construir y generar un nuevo lenguaje territorial para el abordaje de la biodiversidad que, como plataforma de conocimiento, permita dar un paso adelante hacia la conformación de una sociedad ambiental en el territorio. Este paso es posible si se despliegan las capacidades societales para gestar cambios y rupturas conceptuales a través de una nueva visión, es decir, afrontar la transformación social de la construcción colectiva de las visiones de futuro y semillas de cambio para la “vida sobre la tierra”. La reconceptualización desde Latinoamérica ha hecho ya un importante trayecto entendiendo a la biodiversidad como una construcción eco-cultural del territorio. Pero aun está pendiente la creación de corredores conceptuales con el fin de contrarrestar la fragmentación conceptual que presenta hasta ahora la temática a nivel continental y, paradójicamente, la poca “diversidad” de conceptos utilizados para descubrir, observar y conocer la biodiversidad de nuestras tierras.

I. Introducción

Conocer el pasado es fundamental para no repetir, pero aventurarse en conocer el futuro, o la historia del futuro, requiere algo más que mirar por una sola ventana disciplinar. Esa es la invitación al recorrer estas páginas, aventurarse a abordar el desarrollo de nuevas ideas en torno a la biodiversidad, pero siempre desde modalidades y planos de reflexión como de conceptualización respecto a la “vida sobre la tierra”. Pero además está la intención de generar semillas de cambio que contribuyan a la discusión que implica una diversidad biocultural en el territorio.

El propósito de este artículo es -como su título lo indica- reconceptualizar el concepto de biodiversidad desde un prisma latinoamericano pero siempre con miras a las potencialidades que presenta la construcción de nuevos conceptos más integradores y que puedan dar cuenta de la complejidad creciente de la temática.

Pero, ¿qué ha pasado en el en el plano más importante, en el plano de los conceptos? ¿Se han generado en verdad conceptos nuevos sobre la biodiversidad en América Latina o seguimos utilizando conceptos uniformes y ya acabados en las posibilidades de discusión que nos ofrecen? Como consecuencia, el objetivo de este artículo es explorar y reflexionar sobre una conceptualización que logre pasar de una concepción de la “vida sobre la tierra” desde un plano biológico y ecológico como la biodiversidad, a uno más complejo e integrador como es el de la diversidad biocultural, el cual incorpora la concepción y acción humana sobre la trama de la vida.

Para dar respuesta a este objetivo, el artículo se estructura de la siguiente manera: En el primer apartado se discute y aborda el tránsito hacia una concepción más compleja de la vida sobre la tierra. En la segunda parte se presenta una exploración territorial de la construcción biocultural en Latinoamérica a través de un nuevo lenguaje y conceptos para la apropiación de la relación ecosistémico-cultural que supone la biodiversidad. Finalmente, se cierra el documento con la idea de generar semillas de cambio para abordar una re-conceptualización de la biodiversidad en nuestra América, en la búsqueda de una visión común de futuro para la temática.

II. ¿Biodiversidad o diversidad biocultural, de qué estamos hablando?

Hablar de biodiversidad no es una tarea sencilla, menos si consideramos la homogenización de significados y términos que encontramos a su haber, pues en vez de destinarse los esfuerzos intelectuales a buscar nuevos horizontes conceptuales, mas bien se ha optado por darlo como acabado, por lo que la definición más aceptada en la actualidad, entiende a la biodiversidad como la variedad de la vida que se expresa a nivel de genes, especies y ecosistemas (CONAMA, 2003); quedando ahí el debate sobre lo que realmente es y significa la biodiversidad de un lugar.

No deja de sorprender la escasa producción intelectual en torno a lo que significa la biodiversidad como concepto que, de seguir así, nos seguirá manteniendo sumergidos en la confusión respecto a una temática cada vez más compleja. En este sentido, resulta pertinente preguntarse cuales son las implicancias- para quienes nos dedicamos de alguna u otra manera a la gestión y conservación de la biodiversidad- que se generan al cuestionar y reflexionar la forma y el fondo de cómo se trata, entiende y trabaja el tema, para así explorar nuevas tendencias en pos de una nueva conceptualización que sea capaz de pensar su futuro.

Los problemas de biodiversidad como muchos problemas medioambientales que hoy afectan a la vida humana, son problemas interdependientes, es decir, son problemas sistémicos. Para comprenderlos en su real magnitud, es importante situarse desde un punto de vista que nos permita una mirada amplia, que trascienda las disciplinas y los saberes, y que brinde el contexto para poder trabajar desde una mirada amplia y profunda (Vásquez y Carmona, 2006b).

Para los fines de este artículo, las reflexiones que se pretenden extraer se basan en este nuevo cuerpo de ideas y se encuentran enraizadas en la ausencia de conceptualizaciones y de una lógica para abarcar el tema de la biodiversidad. Por tanto, si lo que se quiere es ampliar los límites disciplinares para el estudio de la biodiversidad, se requiere de un nuevo marco conceptual y de análisis que nos conduzca a tales fines.

De esta forma, lo que se busca es disminuir la incertidumbre y confusión conceptual que se pueda dar frente a la temática, ya que se estaría en condiciones de establecer interacciones conceptuales que apuntan a una cooperación global entre los conceptos implicados, para permitir transformaciones conceptuales coherentes con los propósitos y desafíos a encarar, como por ejemplo la protección o conservación de la biodiversidad de un país (Vásquez, 2007).

Pero hacer una recapitulación de los diversos enfoques y conceptualizaciones en torno a la biodiversidad no es precisamente lo que busca este artículo, sino mas bien, dejar por un momento de lado dichos esfuerzos bastante conocidos por cierto, para ir en busca de nuevas aproximaciones que reorienten el mapa de conocimiento hasta ahora trazado. La idea entonces es dar un paso adelante hacia una reinterpretación del fenómeno de la biodiversidad a través de conceptualizaciones situadas más en el borde de la discusión y que no han ocupado todavía lugares centrales en la discusión en torno a la temática.

A continuación, se propone una innovadora forma para abordar a la biodiversidad, entendiéndola como una conceptualización humana de complejas relaciones que superan las preocupaciones científicas sobre el tema, convirtiéndose en la construcción de un discurso que transforma, articula y soporta una nueva configuración entre naturaleza y sociedad.

Según Rozzi et al (2003) “la comprensión de las relaciones recíprocas entre seres humanos y diversidad biológica, nos llevan a optar por el término diversidad biocultural, que tiene fundamentos en planos cognitivos y de representación teórica del mundo, como también en niveles de prácticas de vida y de relación material con el mundo natural. En el primer plano, los conceptos y el conocimiento acerca de la diversidad biológica constituyen una obra humana. En consecuencia, la construcción, interpretación e investigación del concepto biodiversidad conllevan un ineludible componente cultural”.

Y siendo más incisivo, este autor plantea que “la biodiversidad transcurre en una interfase biocultural, esto es, una relación dialéctica que emerge tanto de las propiedades biofísicas de los fenómenos observados como de las características de los lentes culturales del observador. En consecuencia, los seres humanos somos artesanos que forjamos conceptualizaciones acerca de los seres vivos y de los procesos que se despliegan en la trama de la biodiversidad” (op cit). Por lo tanto, la especie humana-con sus diversas etnias y culturas- forma parte de la biodiversidad. Luego no somos meros observadores o custodios de la diversidad biológica sino que somos actores dentro de su trama. Emerge así una red de relaciones bioculturales que se diversifica por la heterogeneidad de ecosistemas y biomas donde se despliega, y tal diversificación es intensificada por la pluralidad cultural expresada en los distintos modos de habitar y representar escenarios naturales (Rozzi, 2001)

Desde otros puntos de vista, valiosos han sido los aportes desde el Pensamiento Ambiental Latinoamericano al respecto. Según Noguera (2006) la diversidad cultural es expresión de la biodiversidad. La evolución de la vida no termina con el ser humano: por el contrario, este continúa transformando el mundo, generando una biodiversidad de un nuevo orden: la cultural. Por su parte Angel Maya (1995) muestra las relaciones profundas entre las culturas y los ecosistemas, y cómo las culturas que han logrado comprender mejor la naturaleza ecosistémica son las culturas que siguen presentes en la tierra. Muestra que nuestra cultura moderna solamente tiene unos 300 años de existencia y cómo en tan corto tiempo, ella ha devastado el 78% de la tierra; cómo la fragilidad de nuestra cultura está en los procesos de homogenización tecnológica y no en la comprensión de lo que significa la biodiversidad y la diversidad cultural.

Complementando lo anterior y, en forma bastante escueta, Noguera (2006) plantea que “lo más interesante de estas reflexiones es que Augusto Angel plantea que si los problemas ambientales han emergido de las prácticas culturales, tendrá que ser en el entramado de la cultura, donde se construyan soluciones que necesariamente pasan por la política, la economía, la ética, la estética, la ciencia y la tecnología”. Y esto se debe a que todas las culturas son diferentes, pero todas tienen en común la vida, el agua, la tierra, las plantas, los animales, el aire, el sol. El ecosistema no se comporta diferente para una clase social que para otra, ni para una etnia en oposición a otra (op cit).

Sin embrago aun existen dificultades no menores del tipo cognitivas, éticas y políticas para entender y poner en acción un concepto como el de la diversidad biocultural, sobretodo por el desconocimiento que tenemos sobre ella, es decir, un desconocimiento del conocimiento producto de diversas cegueras cognitivas que establecemos como sociedad que, finalmente, nos dejan sin poder observar los fenómenos bioculturales que nos rodean y de los cuales somos integrantes.

Al respecto, Ungar (2005) es enfática al decir que “en la literatura sobre biodiversidad se reconoce de manera explícita que la elección de una perspectiva entre las muchas posibilidades está dada por la pregunta de investigación. Es decir, la biodiversidad es una entidad multifacética cuya definición, medida e implicaciones normativas dependen del punto de vista que el científico decida adoptar. Tal como lo expresa Sarkar (2002), la biodiversidad se define (implícitamente) como aquella que está siendo conservada por la práctica de la biología de la conservación”.

Y tomando el título bastante sugerente desarrollado por la misma autora y, modificándolo para los fines de este artículo, surge retrospectivamente la siguiente pregunta: ¿Por qué la mayoría de los trabajos de biodiversidad siguen contando especies? Pese a que se sabe que la biología de la conservación se construye sobre la base de cuantificar las especies para poder conservarlas, pienso que existe un gran vacío en los temas de biodiversidad para afrontar la incertidumbre en que está inmersa (Vásquez, 2007).

Lo anterior cobra relevancia ante la urgencia de tomar decisiones importantes a nivel país y regional (como es el caso de Latinoamérica) de cómo conservar y gestionar la biodiversidad, decisiones que deben ser participativas y abordar temas futuros (futuribles), por lo que emerge la necesidad explícita de interactuar con sistemas socio-ambientales complejos para la temática de la biodiversidad en un marco de sostenibilidad.

Por tanto, es de mi interés ampliar la conceptualización sobre la biodiversidad, a través de una visión conceptual que permite fortalecer el conocimiento de los distintos actores y poner un marco de entendimiento mínimo para la coordinación que permita el aprendizaje sobre la gestión de la biodiversidad y su conservación. Esto principalmente porque las grandes iniciativas de desarrollo sobre la biodiversidad, suelen tropezar tanto con nuestros sistemas administrativos y gubernamentales, como con los propios sistemas conceptuales que creamos para hacer frente a los problemas (Vásquez y Carmona, 2006b). Tales limitantes surgen de nuestra incapacidad de generar propósitos comunes y capacidades colectivas de aprendizaje (Vásquez y Carmona, 2006a).

Y de no superar estas barreras o cegueras cognitivas, seguiremos perdidos entre los laberintos conceptuales que hemos ido construyendo, cuando quizás lo que se necesita es un nuevo lenguaje para abordar lo biocultural, uno que todavía no se genera y que sin duda es ajeno a las prácticas desarrolladas en torno a la biodiversidad. Este nuevo enfoque debe estar más interesado en producir cambios y en re-direccionar los esfuerzos intelectuales sobre la temática en vez de seguir reproduciendo un concepto ya agotado y destinado a seguir atrapado entre mallas discursivas dominadas por una racionalidad económica del mundo.

A partir de ahora el telón de fondo lo conforma la idea de construir un nuevo lenguaje, sobretodo en las posibilidades que le confiere eso a la diversidad biocultural latinoamericana, y el guión para ello se construye colectivamente y entendiendo que no hay actores (disciplinas) principales ni secundarios para abordar la temática. El escenario ideal para tal propósito lo constituye, desde mi punto de vista, el territorial, en tanto espacio para pensar los futuros posibles y deseados, y bajo un enfoque de autoconstrucción eco-cultural del mismo, es decir, justo en medio de las interrelaciones entre los ecosistemas y las culturas.

III. Bases para un emergente lenguaje territorial: Una nueva apropiación de lo ecosistémico-cultural

En el seno del Pacífico colombiano- una de las regiones más biodiversas del mundo y, según Escobar (1999), uno de los escenarios más cruciales para los debates contemporáneos sobre la biodiversidad- emerge una serie de conceptos muy apropiados a la discusión que se pretende desarrollar de aquí en adelante. La principal razón radica en la concepción explicita de que la biodiversidad no es ajena a la cultura y la idea explícita de asumir a lo biocultural como punto de partida.

En este sentido, los movimientos étnicos en el Pacífico Colombiano en relación a la biodiversidad como lo explica Escobar (op cit), forman parte de su visión más amplia sobre la sociedad y la naturaleza, llegando incluso a abordarse lo territorial como parte fundamental.

Los activistas y movimientos sociales consideran en primer lugar a su territorio como un espacio fundamental y multidimensional para la creación y recreación de los valores sociales, económicos y culturales de las comunidades. Pero un enfoque más apropiado para un nuevo lenguaje territorial en torno a la biodiversidad, considera al territorio como el espacio de apropiación efectiva del ecosistema y para la creación de futuros.

Con este punto de partida intentaré emprender un nuevo recorrido que despliegue nuevos conceptos que, en conjunto, configuren paso a paso y a esperas de otros aportes que puedan emerger a lo largo y ancho de “Nuestra América”, un lenguaje territorial renovado y propositivo a la hora de entender a la biodiversidad como “territorio más cultura” (op cit). Antes convendría detenerse en qué significa una visión territorial y, más específicamente, en que se entiende por territorio.

Una visión pertinente corresponde a la de Piveteau (1995) y Magnaghi (2000), quienes entienden al territorio como el creador de un código genético local, y como un articulador de recursos y valores construido en el pasado que permite dar valor y sentido a las acciones presentes y futuras (Piveteau 1995 y Magnaghi 2000, citados en Dematteis et al, 2005).

Por otra parte, encontramos lo planteado por el gobierno de Colombia, en donde se entiende al territorio como un concepto relacional que vincula dominio, poder, pertenencia y apropiación (identidad) entre una parte o totalidad del espacio geográfico y un sujeto individual o colectivo determinado. Además, lo conciben como el espacio geográfico que los grupos humanos y los individuos perciben como suyo y que los afecta directa o indirectamente y, finalmente, como un espacio humanizado, concreto y asociado que resulta de la interacción entre los procesos sociales y el soporte físico-biótico (IDEAM, 2002).

A su vez, Bourdin (1994) identifica tres concepciones respecto al territorio: una de tipo administrativo, es decir, el territorio como “espacio de las competencias”; otra relativa a la pertenencia natural dada a los lugares, es decir, el territorio como “patrimonio o herencia del pasado” y, finalmente, la concepción “constructivista” del territorio, que lo sitúa como una construcción social que genera la identidad local mediante la acción colectiva de los agentes. (Bourdin, 1994, citado en Dematteis y Governa 2005).

Por su parte, Dematteis y Governa (2005) plantean que el territorio a escala local es “una «construcción» que se realiza como resultado de la acción colectiva de los agentes la cual sin embargo a su vez, se ejercita sobre la materialidad de los lugares”.

Pero los territorios en la actualidad deben ser trabajados no sólo como construcciones sociales con identidades propias, sino como “estrategias de selección de alternativas decisionales que portan como propiedad constitutiva la red de relaciones de quienes actúan en el proceso de construcción, es decir, la sociedad” (Lavanderos y Malpartida, 2001).

En base a los distintos planteamientos desarrollados anteriormente, puede decirse que ampliar el concepto del territorio implica que emerja un nuevo lenguaje territorial, que posibilite el tránsito por los distintos conceptos utilizados y creados. Esto quiere decir la construcción de un lenguaje con la capacidad de reformular constantemente los conceptos situados bajo una visión territorial, mediante procesos de abstracción y reflexión en acción que permitan repensar los distintos problemas en torno a la relación territorio- sociedad.

Es así que la propuesta que busco tangibilizar para avanzar hacia un nuevo lenguaje territorial se basa en la necesidad de construir a través de los conceptos, un objeto analíticamente coherente y que permita ejercer operabilidad y autonomía sobre la biodiversidad más allá de las descripciones analítico- fragmentarias que constituyen el conocimiento científico estándar (Vásquez, 2007). Esto es mirar la diversidad biocultural desde una perspectiva sistémica que intenta atrapar la interexistencia del mundo exterior, y que se sitúa antes que en la certidumbre y la planificación, en la gestión contingente desde una visión integrada (Jiliberto 2003).

El primer concepto apropiado para tal desafío es el referente al holón, el cual Koestler acuñó a partir del griego holos, “todo”, y on, “parte”. Según esta idea, cada sistema forma parte de otro sistema, y todos los niveles se encuentran conectados entre sí y actúan en conjunto en el marco de una gigantesca holoarquía. Los subsistemas particulares actúan en gran medida como unidades independientes, pero pese a ello siguen ligados al orden general. Pero como idea esta no emerge de la nada sino que se basa en que todos los sistemas vivos, ya sean orgánicos, como en el caso de una célula, o superorgánicos, como en el caso de una sociedad o de un sistema ecológico, son holones, es decir, que son al mismo tiempo un todo y parte de otro todo superior (Aranjo, 2004).

Una visión holonómica territorial por tanto, se basa en un concepto que reúne todas las características antes mencionadas, el holón, el cual en sí es un contenedor que genera acoplamientos metodológicos descritos en una geometría fractal de cuatro espacios integrados en una emergencia sistémica, y que sirve como un guión instrumental para construir un pensamiento colectivo en la exploración de sinergias futu ras de las transformaciones sociales esperadas (Vásquez et al, 2006).

fractal
Figura 1. La Construcción Biocultural en el Territorio.
Fuente: elaboración propia

Esta geometría permite trabajar armonías de cuatro abstracciones y la generación de imágenes objetivo por medio de modelos mentales complejos en cada cuadrante o espacio. Es así como se trabaja una Visión Territorial a encarar, un Enfoque Bioregional a desarrollar, una Territorialidad Simbiótica a abordar y los Territorios Eco-culturales a construir que, en conjunto, describen un ciclo creativo que actúa espacio por espacio.

Lo anterior significa la posibilidad de utilizar al holón como una reflexión en acción que permita consolidar el proceso de construcción biocultural en el territorio a lo largo y ancho del continente latinoamericano. Tal construcción sería la emergencia sistémica que se produce en la interacción relacional de cuatro aspectos como muestra el siguiente modelo mental de la geometría fractal holonómica (vea Figura 1).

Esta geometría fractal de cuatro espacios autocontenidos es un holón, que como concepto ambiental se inscribe en una creación colectiva, libre y abierta para propiciar el abordaje de la diversidad biocultural latinoamericana y, con esto, dotarla de más elementos y opciones conceptuales para la búsqueda de una sociedad que sea capaz de eliminar las autoamenazas que genera producto de cómo piensa y conoce el mundo que habita junto a otros seres vivos no- humanos.

Sería bastante pertinente explorar, caracterizar y explicar a lo que se refiere cada uno de los espacios propuestos para obtener una construcción biocultural en el territorio, lo cual desborda las pretensiones y alcances de este artículo, donde mas bien se busca situarlos como agentes de cambio para una nueva conceptualización en torno a la biodiversidad. Por el momento puede decirse que la Visión Territorial corresponde a un cambio de mentalidad que habría que asumir para abordar los nuevos desafíos en torno al territorio. El Enfoque Bioregional se refiere a superar la idea de áreas protegidas, ecosistemas y sitios prioritarios para empezar hablar de bioregiones, las cuales según Toledo (2005) se basan en tres axiomas: uno axioma biosocial que supone una concepción de la conservación en íntima reciprocidad con el desarrollo social a diferentes escalas territoriales que busca armonizar el metabolismo entre procesos naturales y sociales, un axioma biocultural que pregona la imposibilidad de preservar la biodiversidad sin proteger la diversidad cultural y viceversa y, finalmente, un axioma bioproductivo que combina un sistema de regiones con áreas bajo manejo de la biodiversidad y otros recursos y servicios ecosistémicos, es decir, busca trabajar con el principio de “producir conservando y conservar produciendo”. La relación entre Comunicación Simbiótica y Territorialidad lo que busca es generar formas de comunicación que faciliten la concepción y construcción de acuerdos en los que todas los participantes salen ganando, es decir, desplegar acciones capaces de crear nuevo valor. Y esto a su vez relacionarlo con la territorialidad, la cual se presenta como una alternativa viable de exploración para aprovechar esos espacios de nuevo valor e incentivar la validación, construcción y circulación de conocimientos que permitan crear y poner en acción capacidades y habilidades territoriales, basándose en la red de relaciones de los distintos actores de la biodiversidad. Es en ella donde se producen los procesos de agenciamiento (lo que hago propio) y pertenencia (de lo que me hago parte) que permitan generar aspiraciones conjuntas, integrar objetivos espaciales y económicos, así como activar redes de sinergias que posibiliten una participación efectiva y eficaz de los actores en la generación de estrategias que hagan evolucionar nuestros modelos territoriales. Por último, los Territorios Ecoculturales corresponden a espacios autónomos que relacionan a las culturas con su entorno, es decir, son una construcción cultural para la autonomía, sostenibilidad y autoorganización de las complejas relaciones entre sociedad y naturaleza.

Por tanto, los cuatro espacios abordados sistémicamente originan una emergencia que sintetiza a los conceptos construidos y sus interrelaciones en la búsqueda de un nuevo lenguaje territorial para la biodiversidad. Es de esperar que den un impulso a seguir explorando nuevas conceptualizaciones que relacionen territorio y biodiversidad, pues como tal, aun se encuentra en vías de desarrollo y con mucho camino por recorrer, siendo a lo sumo un intento de “creación de conceptos exuberantes, desenfrenados y complejos, donde siempre esté la necesidad de nuevos conceptos” (Vásquez, 2007).

Vale la pena entonces detenerse y volver al punto de partida, pero esta vez con un bagaje distinto que nos permita apropiarnos del concepto de diversidad en todos sus sentidos, y a través de ese prisma observar si lo biocultural nos entrega realmente la variedad necesaria para trabajar con un territorio como construcción social y política compartida e interactuante. Todo esto, con el propósito de que distintas posturas converjan para construir desde cada posición un desarrollo armónico con nuestra naturaleza, que trasciende ampliamente a nuestro entorno porque nos envuelve a nosotros mismos.

Finalmente, una vez hecho este recorrido conceptual puede decirse que la conservación de la biodiversidad como una construcción eco-cultural del territorio ya no es más un imaginario, ya que bien puede utilizarse esa concepción para seguir explorando nuevas ideas que brinden otros espacios de posibilidades, que contribuyan a forjar un pensamiento a lo largo y ancho del continente que sea diverso en contenido pero convergente en los propósitos, pues de esa forma se avanzaría en la antigua idea de que aunque no nos conocemos somos del mismo lugar y, por tanto, cada país latinoamericano comparte un sentido en común, que no es sino el vivir y haber vivido en las tierras con más diversidad biocultural en el planeta. Tal variedad hace posible imaginar un pensamiento nuevo, ya que si queremos un cambio no será con ideas del pasado que lo lograremos, por lo que cada vez resulta más necesario repensar lo pensado y pensar de otras maneras para abordar la construcción biocultural de las tierras y pueblos de Latinoamérica.

IV. Semillas de cambio para el concepto de biodiversidad en América Latina: Pasos hacia una visión compartida de futuro

La biodiversidad como fenómeno requiere sin duda de un conocimiento pertinente respecto a su pasado, es decir, del devenir histórico en que se ha situado su emergente desarrollo en las distintas esferas de la sociedad. Sin embargo, explorar el futuro que aún no existe es un desafío más exigente que se centra en la incertidumbre y en lo desconocido, o mejor dicho, en las transformaciones que atraviesa la sociedad, donde es cada vez más difícil predecir que clase de realidad surgirá de ella. Éste es el espíritu de este documento, explorar el futuro o la historia del futuro como diría Sakaiya en su libro de la Sociedad del Conocimiento (Sakaiya, 1994), donde no se ofrece una interpretación de los problemas pasados y/o actuales, ni una lista de recomendaciones o soluciones técnicas o políticas para abordar la biodiversidad, sino más bien se busca aportar a la discusión sobre cuál será el futuro a construir en torno a las nuevas conceptualizaciones para los estudios sobre biodiversidad en Latinoamérica.

Se trata de internalizar y propiciar un entendimiento, investigación y estudios sobre el futuro, no necesariamente el futuro la biodiversidad, pero sí la construcción social de futuro en torno a ella. Algo así implica situar a la creación de conceptos en un proceso dinámico y reflexivo hacia el futuro o, lo que es lo mismo, pensar las conceptualizaciones del mañana pero entendiendo que se empiezan a construir desde el presente.

A esto le llamaré pensamiento ambiental de futuro, el cual además de ser una construcción teórica transdisciplinaria que cruza de manera transversal y compleja la totalidad de las disciplinas, profesiones y prácticas cotidianas de la cultura, también se inscribe en la idea de una construcción social del futuro del ambiente, lo que implica el despliegue de la imaginación, la creatividad y las capacidades sociales de “anticipación, apropiación, acción y aprendizaje de los territorios, de las naciones, de los campos de investigación y desarrollo de la ciencia y de la tecnología, y todo esto en un horizonte de largo plazo y alcance” (Medina, 2000).

La construcción de un concepto como el que se plantea, y además en un plano futuro de los fenómenos que estamos observando en torno a la relación cultura-naturaleza, implica necesariamente abordar de lleno las ideas ambientales tanto en su organización como en su transformación y transiciones. Esto significa una creación exasperada de conceptos y una búsqueda frenética de más y más conceptualizaciones que ayuden a entender y accionar los caminos futuros necesarios para el desarrollo de una sociedad ambiental no sólo en la metáfora y en la utopía, sino también en el pensamiento y en la acción de un continente que debe traer el mundo a la mano, pero a la vez liberarlo de muchas autoamenzas ambientales mediante el pensamiento que emerge de estas tierras fértiles, megadiversas y libres.

Para agenciar tales desafíos por quiénes nos dedicamos de alguna u otra manera a la temática de la biodiversidad o más bien de la diversidad biocultural, requiere hacerse desde la elaboración de un proyecto futuro colectivo que logre sembrar y germinar semillas de cambio de mentalidades, procesos, conceptos, lenguajes y acciones (Medina, 2003). Tales semillas implican un cambio de paradigma y esfuerzos intelectuales para potenciar la armonía del pensamiento ambiental con la conciencia, cultura y comunicación.

Finalmente, si lo que se quiere es una conceptualización sobre la biodiversidad más amplia y diversa, y conceptos emergentes que sean capaces de dialogar con todas las esferas del saber, hay que explorar el futuro que aún no existe pero centrándose en la incertidumbre y en lo desconocido, o mejor dicho, en las transformaciones que atraviesa la sociedad, donde es cada vez más difícil predecir que clase de realidad surgirá de ella. Éste fue el espíritu de este artículo, sembrar semillas de cambio para aportar a la discusión sobre cuál será el futuro paradigma social en que se situarán las preocupaciones conceptuales en torno a la biodiversidad en Latinoamérica, para todos quiénes piensan o construyen conceptos ambientales para la sociedad, y desde una concepción latinoamericana de las ideas ambientales. Esas mismas que a través de la diversidad biocultural podrán iniciar un viaje territorial por el continente para desde ahí salir a diversificar al mundo.

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Vásquez, Francisco y Carmona, Alejandra. 2006b. Análisis Sistémico de la Estrategia Nacional de Biodiversidad, desde una visión conceptual compleja. Memoria de Título Ingeniero en Recursos Naturales. Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Agronómicas. Santiago de Chile.

 

 
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