Hablar de Cambio Climático y Salud Ambiental, para mí es recordar el trabajo realizado por Gro Harlem Bruntdland, mujer, que después de trabajar varios años como médica, y haberse desempeñado en puestos del Consejo de Salud de su país, ocupó los cargos de Ministra del Medio Ambiente, y de Primera Ministra de Noruega, para posteriormente trabajar con la ONU el documento “Nuestro Futuro en Común” y luego constituirse en Directora de la Organización Mundial de la Salud, promoviendo el concepto de sostenibilidad.
La recuerdo, porque el haber leído el Informe que elaboró denominado “Nuestro Futuro en Común” cambio mi forma de ver la salud y el desarrollo y me motivó el querer trabajar en salud ambiental. Además de presentar el concepto de “Desarrollo Sostenible”, dicho documento hacía referencia a la necesidad urgente de cambiar las formas de vida y los medios de producción; si esto no se hacía de forma urgente, la humanidad podía estar enfrentando situaciones desastrosas alrededor del año 2015, que podrían empeorar al año 2050 y llegarían a afectar la supervivencia del ser humano. En este documento, la Dra. Bruntland trataba de mostrar las consecuencias de la acción y la inacción frente a este problema, a la vez que trataba de promover cambios en las instituciones y organizaciones buscando llegar hasta un cambio de conducta a nivel personal. Dicho informe fue la razón para que se convocara en 1992 a la “Conferencia de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible en Río de Janeiro” en la que participaron 120 Jefes de Estado.
Diez y siete años después, nos encontramos frente a la Cumbre de la Organización de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que se llevará a cabo en Copenhage, en la cual se espera que los países que producen más emisiones a nivel mundial, EUA y China “se comprometan a reducir sus emisiones”. El deseo común es que se lleguen a acuerdos concretos; sin embargo la tendencia hacia el escepticismo es cada vez mayor, debido a que los gobiernos de los países, o más bien los intereses que están detrás de ellos continúan viendo el gasto que implica el asumir estos compromisos y mientras, continúan tratando de dilatar el asumir este tema con la seriedad que se debería. Más aún, los que se dicen comprometidos y hacen gala de ello, no han asignado más que muy reducidas proporciones de su PIB, y las reducciones de su nivel de emisiones significativas si para tener autoridad moral, no son suficientes para lo que esta amenaza global significa, más aún en un escenario de crisis financiera mundial.
En un balance del tiempo transcurrido desde la alerta lanzada, vemos que esta no ha tenido el impacto esperado a nivel global, pero sí ha servido para que algunas personas e instituciones hayan asumido este tema no sólo como medio de vida sino como su forma de vivir, contribuyendo a crear una masa crítica cada vez mayor, que busca nuevas formas de ver y hacer las cosas e influir en los intereses que no entienden; o no quieren entender que ante situaciones urgentes como esta, se debe dejar de negociar y es necesario comenzar a ceder y hacer. No sirve el “Copenhague descafeinado” como dice Xavier Labandeira, sino que en verdad se asuma que este reto es un problema que nos atinge a todas y todos.
La salud ambiental, concepto muy reciente para los de mentalidad conservadora es lo que está en juego a nivel global, no solo en Copenhague, sino en los años por venir.
Estos son los temas que lanza REDESMA en este número de la Revista, en un momento oportuno, ya que además de permitirnos reflexionar sobre el tema a nivel global, nos “globaliza” con elementos importantes de conocimiento y herramientas, que en la medida que las internalicemos y utilicemos pueden contribuir a reorientar estrategias e innovar mecanismos en cuanto al ámbito del Cambio Climático y la Salud Ambiental en el mundo real que nos toca vivir.
Insto a lectores/lectoras, a profundizar en el conocimiento de este tema, no sólo en la teoría sino también en la práctica, considerando que así como el cambio climático es multicausal, la salud ambiental es multidisciplinaria, y el ser humano es un ser integral.
Pablo Aguilar Alcalá, MD, MsC.
Salud Pública y Salud Ambiental
Madrid, España
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