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Marzo 2009 - Vol. 3 (1)
ISSN 1995-1078
 
Indice
  I Presentación  
  II Artículos  
  III Lecturas  
  IV Publicaciones  
  V Eventos  
  VI Información  
  VII Legislación  
  VIII Investigación  
  IX Instituciones  
  X Sitios  
  XI Galeria de imágenes  
 
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I. Presentación

Cuando se plantea el tema del desarrollo sustentable referido a recursos no-renovables, como es el caso de los recursos minerales y los combustibles fósiles (petróleo, gas natural carbón) siempre queda una gran duda conceptual. Uno podría pensar que intrínsecamente la explotación de un recurso de este tipo no es sustentable, sobre todo en la medida que se piense en las futuras generaciones. Un recurso no-renovable sería sustentable sólo en la medida a que renunciemos a su utilización. En palabras más de economista, sólo la suspensión o postergación de su uso permitiría un cierto grado de sustentabilidad. Sin embargo, los recursos no-renovables son fundamentales para la estrategia de desarrollo de los países cuyo territorio los cobija.

Ahora bien, los recursos no-renovables son susceptibles de una gestión o manejo sustentable, lo que quiere decir al menos tres cosas: 1) tener en cuenta su no-renovabilidad y por lo tanto hacer provisiones para su reemplazo, pensando en las generaciones futuras; 2) contribuir a una estrategia nacional de desarrollo sustentable, sobre todo en materia de sustentabilidad ambiental, minimizando los daños ambientales inherentes a su explotación; y 3) aportar a la lucha contra uno de los problemas más dramáticos que enfrenta la humanidad en su conjunto, el calentamiento global.

Hacer desarrollo sustentable de los recursos no-renovables es por tanto un desafío importante, en estos tiempos en que juegan un rol tan fundamental en las estrategias globalizadas, sobre todo la participación en los mercados. Tomemos como ejemplo el caso del carbón, que nos da un ejemplo extremo. La producción de electricidad quemando carbón será ambientalmente sustentable en la medida que se tenga en cuenta que:

  1. Es una opción con severos impactos ambientales en la calidad del aire, al generar dióxidos de azufre (responsables de la lluvia y rocío ácidos), material particulado pequeño (de efectos carcinogénicos y enfermedades respiratorias), óxidos de nitrógeno (precursores del ozono superficial, dañino para los pulmones), monóxido de carbono (altamente tóxico), hidrocarburos volátiles (también precursores del ozono), y otros elementos nocivos para la salud  y el medio natural (mercurio, arsénico, cadmio, otros metales pesados).
  2. Es una opción que genera importantes cantidades de desechos sólidos de difícil gestión, como cenizas (que son esparcidas por el viento) y lodos; y residuos líquidos químicos, en general de alta toxicidad. Algunos se depositan a altas temperaturas con efectos letales sobre flora y fauna.
  3. Es una opción con efectos sobre el calentamiento global (cambio climático) por su considerable generación de dióxido de carbono y otros gases con efecto invernadero.
  4. Es una opción que significa ocupar ingentes espacios físicos para el almacenamiento de carbón, que además debe ser extraído y transportado con efectos ambientales sobre aire, suelo y fuentes de agua.
  5. Es una opción que ocupa recursos hídricos (a menudo escasos), territorio e infraestructura, que podrían destinarse a otros efectos.

La consideración de estos aspectos es un problema de prioridad de política pública. Pero esto no significa que no existan los impactos ambientales, ni tampoco que no se puedan mitigar. En el caso de otros recursos minerales, la situación es menos dramática. Existe un tema fundamental de aporte a la sustentabilidad ambiental que es dar mayor espacio al reciclaje y la reutilización, una práctica que sin duda alguna aporta a la sustentabilidad en términos de menor grado de explotación del recurso, menor uso de agua y energía, menores desechos, efluentes y emisiones, en fin, una cantidad importante de efectos positivos que es necesario evaluar para hacer el proceso eficiente en su conjunto.

Hoy en día se habla de ecoeficiencia como la mejor manera de abordar la actividad de producción de bienes y servicios en todos los ámbitos. Y esto es válido para la actividad minera. Producir más con menos. Más bienes y servicios de mejor calidad. Con menos desechos, menos energía (sobre todo de origen fósil), menos recursos naturales escasos (agua por ejemplo). Ese es el desafío de la explotación sustentable de los recursos minerales, tanto para los gobiernos como para los productores privados.

Con estas consideraciones deseo presentar el sexto número de la Revista virtual de REDESMA, esperando que el contenido de cada una de las secciones sea un real aporte  para la reflexión y la adopción de políticas y estrategias en los países con recursos naturales minerales.

José Leal
Ingeniero Civil Industrial
Académico y Director del Magister en Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable
Universidad Mayor, Chile

 
Con el auspicio de:
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