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Diciembre 2012 - Vol. 6 (1)
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Las montañas en nuestro lugar: La importancia de las montañas para el desarrollo sostenible antes y después de Río+20

Autor: Christian Devenish, Robert Hofstede, Miguel Saravia]


Resumen
Las montañas ocupan un 12% de la superficie del planeta, albergan más del 20% de la población, y proporcionan servicios ecosistémicos esenciales para los medios de vida de billones de personas. Aunque los países con las principales regiones de montaña en el mundo son muy diferentes entre sí, ciertas características, particularmente los retos y oportunidades para el desarrollo sostenible, hacen que una mirada específica a las montañas sea necesaria para hablar de políticas y lograr acuerdos internacionales, regionales y nacionales. Los Andes, como una de las regiones montañosas más grandes y pobladas del mundo, comparte estos retos y oportunidades, por lo cual diversas organizaciones y países están haciendo esfuerzos para tratarlos de manera específica e integrada apoyándose en instrumentos regionales e internacionales de relevancia para las montañas. Durante los últimos 10 años, el reconocimiento político sobre la importancia de las montañas se ha incrementado, por ejemplo, en los convenios surgidos de la primera Cumbre de Río en 1992. En la ultima versión de la Cumbre de la Tierra, los resultados se limitan a la Declaración final de Río+20 que recoge algunos elementos importantes para las montañas y los países andinos, en cuya implementación la sociedad civil tiene un papel importante.

Abstract
Mountains represent 12% of the planet's surface, contain more than 20% of the population, and provide essential ecosystem services for the livelihoods of billions of people. Although the countries with the world's main mountain regions are very different from each other, certain features, particularly the challenges and opportunities for sustainable development, make a specific approach to mountains necessary when discussing policies and trying to achieve international, regional and national agreements. Los Andes, one of the largest mountain regions and the most populated in the world, shares these challenges and opportunities, hence organizations and countries are making efforts to address them specifically relying on integrated regional and international instruments relevant to the mountains. During the past 10 years, the political recognition of the importance of mountains has increased, for example, in agreements that emerged from the first Summit in Rio in 1992. In the latest version of the Earth Summit, the results were limited to the final declaration of Rio +20 which contains some important elements for the mountains and the Andean countries, in whose implementation civil society has an important role.

Palabras clave.– Montañas, Desarrollo Sostenible, Río+20, Naciones Unidas, Andes

Keywords.– Mountains, Sustainable Development, Rio +20, United Nations, Andes.


Montañas a la vista

Desde determinantes del clima global hasta su valor sagrado, fuentes de minerales hasta agua, es innegable que las montañas son de suma importancia para el bienestar de la población humana. Esta importancia se deriva de los beneficios que proveen las montañas, los cuales se pueden considerar como los recursos más tangibles, como el agua, las fuentes genéticas de los cultivos, los metales y minerales, hasta un telón de fondo cultural en su expresión más inmaterial. Todos, sin embargo, caben dentro de la clasificación de los servicios ecosistémicos, que a su vez, dependen del estado y condición de los ecosistemas montanos.

Alrededor del planeta, las montañas ocupan aproximadamente un 12% de la superficie de la Tierra, y dan lugar para los hogares de más del 20% de la población del mundo, aunque sus beneficios extienden a billones de personas más que habitan en las tierras bajas y regiones de piedemonte.

Los países que poseen grandes extensiones de montaña son muy diferentes entre sí; incluyen tanto países con bajos índices de desarrollo (como los de África subsahariano), economías en transición (muchos de los países latinos) y los estados más prósperos del mundo (Suiza, Estados Unidos, entre otros). Su tamaño varía de las islas más pequeñas hasta las naciones más grandes del planeta. Sin embargo, a la hora de hablar de políticas y acuerdos internacionales, regionales y nacionales, ciertas características y particularmente los retos y oportunidades para el desarrollo sostenible, hacen que una mirada específica a las montañas sea, útil.

Entre tales características se pueden citar:

  • La vulnerabilidad al cambio climático de las poblaciones montanas y las especies, debido a factores como la disminución del área terrestre con mayores alturas, el aumento desproporcionado en la temperatura a grandes alturas, los efectos del cambio climático sobre la regulación y producción del agua, entre otros;
  • La pobreza más acentuada de muchas poblaciones montanas (especialmente rurales) quienes dependen de mayor grado de los servicios ecosistémicos. El 90% de la población global de montañas vive en países en desarrollo o en transición, de los cuales el 30% es vulnerable a la inseguridad alimentaria;
  • El acceso difícil de estas poblaciones a servicios de salud y educación;
  • La alta diversidad biológica de las regiones de montaña: una cuarta parte de la biodiversidad del planeta se encuentra en zonas montañosas, y la mitad de los “Global Biodiversity Hotspots” o regiones de alta importancia para la conservación de la biodiversidad;
  • Su diversidad de condiciones climáticas y edáficas las convierten en una base diversa para la agricultura y seguridad alimentaria nacional;
  • Su uso actual y potencial para el turismo a nivel mundial;
  • Las inversiones para el desarrollo económico (minería, hidroeléctrica, expansión agrícola) en las montañas, que aunque incluye actividades económicas importantes para los países, presiona la integridad de los ecosistemas y la generación de servicios ecosistémicos.

La región de Los Andes, una de las más grandes y pobladas del mundo, comparte estos retos y oportunidades (Cuadro 1), por lo cual diversas organizaciones y países han hecho esfuerzos para tratarlos de manera específica e integrada apoyándose de instrumentos regionales e internacionales de relevancia a las montañas.

Moviendo la agenda internacional

A nivel internacional, los retos anteriores estaban tratados en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro hace 20 años. Inclusive, se formuló  un capítulo especial sobre Montañas (capítulo 13 de la Agenda 21. No obstante, aunque en los tres Convenios ambientales internacionales aprobados en Río/92: (CDB, CMNUCC, UNCCD) hacen una mención específica para Montañas, inicialmente no han tenido una gran prominencia en su implementación. Sin embargo, durante los últimos 10 años el reconocimiento político de su importancia ha crecido, en la medida en que sus aportes a los medios de vida y economías del mundo son tomados en cuenta, a la vez de sus vulnerabilidades particulares.

La atención global a la problemática de las alturas recibió un empujón fuerte en el año internacional de las montañas el 2002. Diez años después, definitivamente, hay un avance en cuanto a la visibilidad de las montañas; por ejemplo, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) ha reconocido a estos paisajes como los más amenazados por el cambio climático, y el CDB lanzó un Programa de trabajo específico sobre la biodiversidad de las montañas en el 2004. El Informe sobre la efectividad de este último Programa muestra en general, resultados concretos: hay un buen progreso en la mitigación de las amenazas, en la creación de áreas protegidas (un 10% de toda la superficie), en la promoción de uso sostenible de recursos y generación de conocimiento sobre montañas. Sin embargo, hay poco progreso en varias metas, especialmente en el área social (participación, equidad, conocimientos tradicionales).

Lo que es cierto es que otros paisajes y áreas temáticos, tales como los humedales y bosques, han logrado una posición mucho más visible en las negociaciones internacionales, por ejemplo, ambos tienen su propio foro intergubernamental (la Convención Ramsar y el Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques). Incluso, al comparar el mismo Programa de Trabajo sobre Montañas con el de Áreas Protegidas del CDB, se nota la diferencia en su implementación, debido, en parte, a la estructura de la gobernanza ambiental en la mayoría de los países. Los sistemas de áreas protegidas se han creado y han crecido enormemente -incluyendo en los Andes- en los años posteriores al establecimiento de los objetivos del programa de trabajo (Figura 1).

De los siete países que conforman la cordillera Andina, la cadena montañosa más larga y con mayor biodiversidad del planeta, sólo tres han participado en el programa de montañas hasta la fecha. Así quedó clara un área de trabajo y colaboración para los proponentes de la importancia de las montañas, en cuanto a la necesidad de combinar la información técnica con la incidencia política, dado que mucha de la información técnica (investigación en las universidades y ONGs) se genera por fuera de las entidades oficiales.

El insuficiente poder de convocatoria no es porque las organizaciones que promueven el trabajo en el tema de Montaña (Foro de Montañas, Alianza para las Montañas, Iniciativa de Investigación en Montañas, etc.) no hacen un buen trabajo; al contrario, gracias a ellas el tema está bien posicionado en cada Congreso, tal como demuestra la participación en el Pabellón de Montañas en Río+20 (Cuadro 2).

El problema podría atribuirse a la propia diversidad de las montañas: la enorme complejidad crea tantas realidades que no se les puede incluir en un solo discurso coherente y acaba diluyendo sus  fortalezas. Si es el caso, habrá que buscar la forma de recoger la propia diversidad, en los ambientes físicos, biológicos y humanos, para usarla a favor de las montañas, como fuente de soluciones diversas a los problemas asociados al uso insostenible de los recursos naturales del planeta.

Río+20 y el más acá

A pesar del sentimiento de fracaso generado entre muchos comentadores de la Cumbre de Río+20, leyendo entre líneas, el documento final recoge algunos elementos que son importantes para las montañas y los países andinos. Ahora habrá que transformarlos en acción concertada con los gobiernos y los actores sociales de la región.

Tres de los 283 párrafos plantean la importancia de las montañas para el desarrollo sostenible, su importancia para los medios de vida de la población del mundo, especialmente con respecto a poblaciones marginales. Por ende, se reconoce la importancia de la protección de su patrimonio natural para asegurar los servicios ecosistémicos. Aunque no lleguen a 250 palabras en 53 páginas de texto, representan una visibilidad importante y otro paso más desde el capítulo sobre montañas en la Agenda 21 en el 1992. También, cabe destacar el nivel de consenso que la inclusión de dichos párrafos alcanzó durante el proceso de negociación, lo que no se puede decir del resto de áreas temáticas.

Es necesario, entonces, construir ahora sobre los logros de los últimos 20 años  para que las montañas y su población ocupen su debido lugar como fuente de soluciones innovadoras hacia el desarrollo sostenible.

Una serie de informes  sobre las regiones montañosas del mundo (elaborados en preparación de Río+20 por diferentes miembros de la Alianza por las Montañas) arrojaron los siguientes lineamientos para promocionar una nueva Agenda para mantener la sostenibilidad de las regiones de montañas, que incluyen:

  • Estrategias específicas para montañas que se alinean a las particularidades y vulnerabilidades de las montañas, sus poblaciones, y sus servicios ecosistémicos.
  • Cooperación transfronteriza, especialmente en torno a cuencas compartidas, y fortaleciendo vínculos entre poblaciones aguas arriba y aguas abajo.
  • Maneras justas de compartir los beneficios de los ecosistemas de montaña, con miras a salvaguardar los medios de vida y reducir la pobreza.
  • Un balance entre la conservación de la biodiversidad y la inversión económica, respetando la fragilidad de los ecosistemas montanos a la vez que entregando los beneficios del desarrollo a las comunidades de montaña.

En la región andina, este último punto es uno de lo más debatidos últimamente y de gran exposición en los medios de comunicación de todos los países andinos. Parece que los países norteamericanos y europeos buscan ampliar sus agendas mineras hacia los Andes, mientras que los países andinos las consolidan. Los conflictos por el agua y los conflictos sociales aumentan, mientras que las posiciones extremas no facilitan una búsqueda de soluciones. Por el contrario, avances regionales, por el caso de políticas propuestas por la Comunidad Andina, podrían servir como puntos de partida para tratar estos temas espinosos de manera conjunta, en la formulación de buenas prácticas a nivel regional.

La integración regional también puede crear una plataforma común para fortalecer la posición de las regiones de montaña en los convenios internacionales (CDB, CMNUCC y CLD) y fortalecer su poder de negociación. En los ámbitos nacionales y locales, acciones de política deben centrarse en la elaboración e implementación de estrategias específicas  y mecanismos institucionales innovadores que permitan incluir los temas relacionados con las montañas en una agenda compartida entre la sociedad civil y el estado (Cuadro 3). Al final y al cabo, no se trata tanto de mover montañas, sino de mover a la gente.

Habrá que reconocer que entre tantos acuerdos, planes de acción y convenios multilaterales, la Declaración de Río+20 se ubica como una más. A pesar de lo que se puede rescatar del texto del documento, la gran oportunidad de Río falló sobre todo por no mostrar el camino claro, sencillo, y verificable hacia un desarrollo más sostenible para los países del mundo; el mismo camino que fue acordado hace 20 años en los tres convenios de la Cumbre de la Tierra.

Estamos ahora en el “más allá” de la tan mencionada frase “Río+20 y más allá”. De tanto anhelar el futuro a veces se nos olvida que el futuro que queremos sólo puede empezar en el presente que tenemos. Es por eso que no podemos dejar de actuar ahora de manera coordinada con los diferentes sectores, pero especialmente desde la sociedad civil. Si la causa del fracaso de las políticas anteriores fue abandonar su implementación a los gobiernos, sin dejar lugar a que la sociedad apoyara activamente, entonces es hora de que cada uno de los actores de la región andina, ya sea individual, sector privado, ONG, instituciones de investigación, y comunidades, reconozcamos que somos parte del problema y por esto también podemos ser parte de la solución.

 



 
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